Ese día había ido un grupo de chicos del jardín con su maestra, todos con su incipiente tonito cordobés tan simpático. La maestra los hizo sentar formando una ronda en el medio del patio y empezó a preguntarles qué veían. Yo escuchaba y los observaba mientras dibujaba (cuando hacía el dibujo de la catedral), y parecía que de todos ellos ninguno quería quedarse callado ante los maravillosos descubrimientos que iba haciendo. Gritaban contentísimos muchas, muchas cosas, y así aprendí que una jarra podía tener infinitos nombres, y que las columnas podían llamarse dedos. Por supuesto, dibuje todo el rato sin dejar de sonreír.
La función del arte /1
Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff,lo llevó a descubrirla.
Viajaron al sur. Ella, la mar, estaba mas allá de los altos médanos,esperando.
Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas dunas de arena, después de mucho caminar, la mar estallo ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de lamar, y tanto su fulgor que el niño quedo mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando,pidió a su padre;
- ¡Ayudame a mirar!
Eduardo Galeano